miércoles, 29 de mayo de 2013

Si pudiera decirte...


Asterisco, sigues siendo imposible. Menos mal que paciencia es algo que me sobra. Que no quiera una relación convencional o tradicional no significa que no quiera saber de ti. Puedo vivir sin ello pero no quiero.

Me gusta saber acerca de la gente que me importa, me encanta reírme de tonterías y ser el apoyo en las cosas serias y aunque prefiero el vivo y el directo… con algunos he de contentarme con el teléfono, el whatsapp, el mail, el fb.. y contigo querría tener las dos cosas: cuando estoy allí tengo el tocar, el besar, el dormir, el hablar… contacto. Y cuando estoy lejos quiero suplirlo con tus historias y mis reflexiones.

Aunque seguiré pensando que si la montaña no va a mahoma, mahoma irá a la montaña. Ya sabes que no me rindo. Que me proporcionas (y me encantaría saber por qué! Por qué me gustas tanto, por qué me pones nerviosa, por qué el sexo es fantástico) tiempo de calidad. Y ese tiempo que me das dura para cuando estoy en Alicante.

No la cagas comportándote así conmigo. Tranquilo que no me decepcionas ni me siento defraudada. Te dije que había entendido perfectamente cómo eres, la vida que llevas, el tiempo del que dispones. Y aunque (quizá es una imaginación mía!) puedas creer acerca de mi que estoy zumbada por arriesgarme a sentir eso que me proporcionas… es por una razón. Bohemian Rhapsody

Dios! Es una locura… y no me paro a pensar en ello demasiado porque mi cuerpo me pide que viva tal y como me apetece y siento. Y lo que me apeteces eres tú. Y lo que siento es que vivir a impulsos, sin premeditación, vale por toda una vida.

Por ello mientras sigas apeteciéndome seguiré buscándote.

Yo propongo. Tú dispones. 

martes, 28 de mayo de 2013

La Noche de los Solitarios, otra vez


La Noche de los Solitarios ha vuelto a venir a mi. Bueno más bien he ido yo en su busca. Cómo haya llegado a ella no es relevante, sabía que estaban por llegar. 

Ha sido tal y cómo esperaba, tan maravillosa y fantástica (aunque hice doblete en 6 días) que he rellenado el recuerdo hasta la próxima vez. 

Recuerdo haber escrito estas palabras: 

"Adoraba el momento de saborear en la puerta la última calada antes de empezar la noche propiamente dicha, que había empezado con un paseo en soledad un rato antes. Adoraba ese momento porque era lo último que sabía con certeza, nunca sabía que me iba a deparar la noche, nunca sabía que hora iba a marcar mi reloj al empezar a soñar, nunca sabía cuantas caras conocidas vería en esa ciudad que poco a poco estaba haciendo mía, nunca sabía el número exacto de sonrisas que iban a esbozar para mí, nunca sabía las carcajadas que me esperaban, nunca sabía cuantos abrazos me iba a dar antes de darme el primer beso de la noche… y como sucedió al final nunca supe si esa noche era la última o la primera de una larga separación.

Echo en falta esas noches. Pronto están por llegar.
Añoro esa rutina desordenada junto a ti."

Realmente fue así, como siempre una calada marcaba el inicio de esa noche. No supe que iba a acabar riendo a más no poder, sintiéndome como en casa, robándome un beso y llevando su pijama. Y por no variar la rutina desordenada, sigo sin saber si la segunda noche fue la última o la primera de la segunda separación. 

He aprendido que lo único que no me gusta de La Noche de los Solitarios, actual, es la despedida. Más bien me duele. Duele dar el último beso y decir adiós con la mano, no con el corazón. Duele saber que has de atesorar los recuerdos de estas noches hasta que sean recargados y nunca sabrás, hasta el preciso instante en el cual des la última calada otra vez, cuanto han de durarte. 

Duele, porque añoras. 

Pero también te alegras. Porque sabes que se repetirán. Cómo siempre son, sorprendentes; noches que no sé lo que me van a deparar. 

Y si me siguen deparando esas sonrisas y alegrías, esas carcajadas y conversaciones, esa compañía... mi amor por ellas seguirá creciendo. 

Y no podré pedirle nada más a la vida. Ni tan siquiera que aumente su frecuencia. 

domingo, 26 de mayo de 2013

Conversaciones en Oviedo


Obtuve más de lo que esperaba. En resumen. Sin más. :) 

Era la primera vez en mi vida que viajaba a buscar una respuesta. Sin intención de obtener nada más que una conversación adulta, sincera y realista. 

Cuando te enfrentas por vez primera a una situación el miedo es ineludible. No pretendía obviarlo, pretendía que no se convirtiera en mi enemigo, sino en mi aliado, costosa tarea sabía que pretendía. Pero por mí no iba a ser, el miedo no iba a ganarme la batalla e impedirme tener la conversación que tanto necesitaba tener. 

Y lo convertí en mi compañero, en el que me daba aliento, en el que me susurraba desde dentro que tener un poquitín de miedo es natural y lógico. Y si algo es natural, enfrentarse a ello o con ello no puede salir mal. 

Fui a por ti asterisco, fui a buscarte. La primera vez me bloqueé, y tu respuesta no era alentadora. Daba aún más por perdido poder obtener un diálogo. Y me sentí fatal. Incómoda conmigo misma por no ser capaz de verbalizar nada de lo que traía pensado. Y me enfadé. Pensé en quedarme con ese final... pero mi espíritu luchador y que no se rinde me animó a intentarlo una vez más. Aún me quedaban 5 días, por tanto 5 oportunidades que me brindaría cada amanecer. 

Y use mi segunda oportunidad. Volví a ir a por ti. A tu terreno, a dónde te conocí. 

Tensión y nervios. Locura. No veía un final, feliz o infeliz. Me agobié y entonces volvió la naturalidad. Hizo acto de presencia la comodidad. Poco a poco nos relajamos. Me volvía a sentir como en casa. Y me dio fuerzas. 

Invertimos el orden. Disfrutamos de nosotros. Volvimos a ser el pack que solíamos ser. Y la conversación surgió con naturalidad. 

Hablamos y hablamos. Me sentí feliz, tenía mis respuestas. Y para más inri algo que no esperaba. A ti. 

Tu cuerpo, tu voz, tu cara. Se relajaron.

Me hizo feliz.

Y desde ahí los días que me quedaron dejaron de ser oportunidades para obtener lo que vine a buscar. Pasaron a ser oportunidades de disfrutar de ti asterisco, de quien no pensé jamás poder volver a disfrutar. Y de quien sigo disfrutando. 

Nerviosa, apenada, radiante, alegre. El orden no importa, faltan sentimientos. Poco a poco los identificaré. Sólo necesito explicar el apenada. Y es porque mi disfrute para contigo no es continuo físicamente. Hay parones, hay distancia, hay la vida en sí misma. 

Yo sólo quiero no perderte. He encontrado mi tiempo de calidad. Eres un placer al cual no voy a renunciar. 



Por eso lucho, por eso voy a por todas. Porque, en ocasiones, funciona.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Let´s Go!


Mañana estaré en Oviedo. 

No sé cómo va a reaccionar mi cuerpo, no tengo ni idea de cómo voy a reaccionar frente a ese momento. El momento en el cual apoye un pie en tierra firme (alias C/Uría) y ya no haya marcha atrás, tenga por delante 6 días en mi amada ciudad y frente a mí decisiones que tomar.

El orden es indiferente, no importa el cuándo (o al menos creo yo) pero sí importa el cómo.

Para uno de mis destinos podría tomar el camino de siempre, la hora acostumbrada y la sensación olvidada. Sería fácil caminar esos 20 minutos bajo la lluvia tras la cena y atravesar esas puertas de cristal con ornamentación en hierro lacado en blanco. Sería más fácil sino coger el taxi nada más llegar y en lugar de dirigirme a mi hogar ir en dirección contraria, y tan sólo saludar. También puedo hacerlo aún más fácil, whatsappear y proponer una copa, un café o un piti; esperar a que dispongan rindiendo tributo a nuestra frase. Pero intuyo que lo más fácil de todo sería pasar, del verbo no me importas una mierda.

Pero no soy así. Ya no soy tan impulsiva ni cabeza hueca ni una verborrea de sentimientos cuando he de dialogar acerca de una separación, de un desprecio (sí, lo que me has hecho ha sido un desprecio) o de mi situación para con un tío. Ahora soy prudente, es quizá el único momento de prudencia que me permito (puede que sea porque escasea en mi vida, y creo que prefiero cartilla de racionamiento aquí y no en otras situaciones, y entonces revelarme cuándo estoy bien hartita de racionar mi yo) en mi vida.

Podría hacerme caso, al menos una pizca. Y aplicar el no me importas a este momento. Pero repito, no soy así. Sí la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña. Porque si las cosas no se dan de la forma en que pensábamos, deberemos esforzarnos más para obtener el resultado deseado.

Aunque todo acabe del modo en el cuál creo que acabará, necesito un final. Y a Oviedo voy a buscarlo. 


domingo, 12 de mayo de 2013

Reencuentros

Lo que más me gusta de mi ciudad son los reencuentros. 

Más aún si son inesperados, que te obligan a cambiar tus planes y a reorganizar la noche. Te llevan de cabeza pero cuando ves a esa persona sabes que ha merecido la pena. Las risas, la buena compañía, la complicidad, la conversación intensa y sincera, sentir que fue ayer cuando os visteis y lleváis 4 meses de ausencia, no querer que avance el tiempo, saber que una larga noche no es tiempo suficiente... 

Esos momentos merecen tanto la pena. Porque aunque son primeras veces también son típicas veces. Son primeras veces porque ambos habéis crecido, habéis tenido experiencias vitales, habéis sentido, habéis disfrutado, habéis sufrido ... y eso se ve reflejado. Ambos habéis cambiado y no os enfrentáis del mismo modo a la situación que parece idéntica. Cada día es único y maravilloso, mañana no ha llegado, por ello cada día es una primera vez. Nada se repite. Pero al mismo tiempo es una típica vez, porque sabes a ciencia cierta lo que te vas a encontrar, la autenticidad de lo que vas a vivir. Y ese sentimiento da paz y sosiego; convierte en típica una situación. Te transmite seguridad para enfrentarte a esa primera pero típica vez. 


Con este reencuentro he vuelto a encontrar lo que necesito. Eso me hace sumamente feliz. 

jueves, 9 de mayo de 2013

La Historia más vieja del mundo

"Es la historia más vieja del mundo. A los 17 años planeas lo que quieres ser algún día. Y silenciosamente, sin que te hayas dado cuenta, llega ese día. Y ese día será ayer. Y esa será tu vida." OTH s09E13

miércoles, 8 de mayo de 2013

Pandora


Vuelvo a recordar el mito de Pandora y sé porque, pese a lo que significa, me gusta tanto. Han salido los males de la caja pero siempre estará Pandora para susurrar (porque pocos creen en ella) que aún existe la esperanza. 

La Esperanza quedó atrapada en el ánfora de Pandora. 

Por tanto SIEMPRE existe la esperanza. 

jueves, 2 de mayo de 2013

El Final de las Cartas de Amor


Apenas unos días atrás leí esta entrada en un blog maravilloso que sigo porque en él participa mi amada Zooey Deschanel "the end of the love letter" acerca del fin de las cartas de amor.

He intentado no escribir acerca de la vida, del amor y esas cosas. Lo he intentado firmemente, evadir esos corazones que pululan sobre mí en cada instante, pero me es imposible. He intentando auto-disciplinarme, no dejar que broten de mí las palabras guiadas por el corazón… pero es agotador intentar ser alguien que no eres.

Vivo enamorada del amor. Es el motor de mi mundo. Y si hiciera un esfuerzo mayor del que he intentado en otras ocasiones, de eliminar esa parte de mí y centrarme en otras realidades, la catástrofe estaría asegurada. Podría vivir sin muchísimas cosas a las que me he acostumbrado y realmente no son necesarias, pero es seguro que sí me quitaran el amor de mi vida, no el tenerlo sino el fantasear o soñar despierta o imaginar acerca de él… moriría de pena.

No importa que me quitaran el leer o el escribir, pese a su vitalidad en mi vida. Me causarían una muerte lenta y dolorosa, pero la agonía estaría asegurada si me quitaran mi imaginación y mis deseos, mis sueños y mi alma, mis historias y mis anhelos… en resumen, sería agónico que eliminaran ese amor. El amor propiamente dicho. El AMOR con mayúsculas.

Me niego categóricamente a admitir que las cartas de amor han llegado a su fin. Sí es cierto que debido a mi caos al escribir he pasado al formato digital, tan sólo aquí. En este reducto, esta cueva de paz y desahogo, en mi blog, en mi no libreta de papel. Sigo teniendo mi escritorio lleno de útiles de escribir y retazos de papel, de mil colores, formas y procedencias, no siempre lógicas como es la carta de un tren de mi último viaje a Alicante. También tengo tropecientas aplicaciones en mi celular (me encanta cómo suena cuando lo dicen los latinos) que me permiten anotar ideas propias o escuchadas, una galería que tiene más capturas de pantallas que fotos desde mi fantástica cámara móvil, y un email lleno de reflexiones.

Pero de lo que nunca nunca nunca jamás me despediré, por muchísimas facilidades que nos permita la tecnología es de dejar de lado mis libretas. Suena a #postureo puro y duro pero mi padre me regala las Moleskine y las Montblanc. No hay nada como el rasgado de una pluma sobre ese papel amarillento y duro, que no traspasa.

Del mismo modo que una libreta es parte de mi, cuándo estoy enamorada o cuándo estoy en la lejanía sigo empleando las cartas de amor. Bien se trate de una declaración de intenciones con destino el corazón de mi amante o felicitar el cumpleaños de alguien especial. 

Apostemos por las cartas de amor, por ese nerviosismo que tienes en el estómago y que te recorre todo el cuerpo cuando entregas una carta de amor, cuando esperas ansioso la respuesta, cuando te brindan el placer de leer una carta de amor, cuando lloras sobre una carta de amor, cuando las guardas en una caja de los sentidos, cuando las relees infinitas veces, cuando son una declaración de intenciones, cuando dejas que viaje en ellas una parte de tu alma... cuando esas cartas de amor te recuerdan que es fantástico el amor, sus consecuencias, su magia, la ilusión, las risas nerviosas, las mariposas en el estómago y ... 

Las cartas de amor son eso, un billete a un mundo maravilloso en peligro de extinción. Y mientras siga siendo María, seguiré regalando billetes al País de Nunca Jamás <3 dónde existe el polvo de hadas y se puede volar. 

miércoles, 1 de mayo de 2013

Tiempo de Calidad


El tiempo de calidad es algo único y poco habitual. Se trata de un tiempo excelente, con unas cualidades inherentes a él que permiten juzgarlo de tal modo.

El tiempo de calidad es, en jerarquía de tiempos, el superior. Al que aspiras. El tiempo que querrías en cada instante de tu preciosa y corta vida. Es ese tiempo que te indica que estás viviendo y no existiendo. Dónde las vivencias calan hondo y las personas importan sobremanera. El tiempo de calidad es aquel que arranca sonrisas, eriza el vello, libera el dolor y genera felicidad.

No todo el tiempo que disfrutamos es un tiempo de calidad. Quizá por el modo de vida occidental, quizá por las ansias que tenemos de conseguir a toda costa nuestras metas, quizá porque no sabemos identificar los momentos que preceden al tiempo de calidad o las personas que nos proporcionan ese placer. Quizá simplemente porque es algo mágico, te transporta a un universo paralelo dónde tan sólo importa lo que haces. Es el tiempo que pasas cuando te invade esa sensación de saber exactamente en el momento en el que estás y eres plenamente consciente de lo que estás haciendo. Quizá por eso, por ser un tiempo mágico, no podemos disfrutar de él a nuestro antojo y hemos de esperar a que el tiempo común evolucione a tiempo de calidad.

La equivalencia, en mi vida, sería tiempo de calidad = placer y por supuesto cuando aparecen los placeres ni por un instante se me ocurre no disfrutarlos.

Por tanto debería hilar los pensamientos con razonamientos y proclamar que cualquier cosa que para mí sea un placer me proporciona un tiempo de calidad mientras lo disfruto. Y realmente es así.

Me esfuerzo en identificar los placeres; aquellos que están desde siempre cómo son el escribir, el leer, el dormir, el escuchar música, el cocinar, el pasear bajo la lluvia, el abrazar a mi familia en el sofá, el cotillear con mis hermanos, el ver crecer a mi sobrino… hacen mi día a día feliz y maravilloso. Pero el día es espectacular cuando aparece un placer inesperado, cuando descubres a una persona que desde la vez primera te ve cómo te ves tu misma, le transmites tus ganas de vivir, tu alegría y tu ilusión, no te sobrevalora ni te subestima, simplemente te ve a ti… y es mutuo, recíproco. La comodidad es una máxima en la relación, las sonrisas son respuestas a las miradas, la conversación fluye, existe conexión…has conocido a alguien que merece la pena. Y ha llegado en forma de placer inesperado. 

El tiempo de calidad requiere parar la vida, dejar apartado el frenetismo un instante y gozar esa sensación.