Tengo la horrorosa sensación de que sino decido yo ir no nos
vamos a ver en mucho tiempo. Y cuando digo mucho tiempo me refiero a más del
tiempo que ya hemos pasado separados antes.
Y no se trata de que vengas tú asterisco o no vengas. En el
fondo eso es irrelevante, dónde vernos es una decisión más pero no la más
importante; en el fondo a mí me supone menos estrés ir allí.
Se trata de que a veces necesito sentir que quieres estar
conmigo. Poner una fecha es darle realidad al asunto, es constatar que los
deseos de estar juntos llegan a un punto en común entre ambas partes. Ya sea en
el tiempo o en el espacio, pero juntos.
Ambos tenemos vidas muy complicadas, cada uno a su manera
claro está pero aunque no lo parezca yo no dispongo realmente de tanto tiempo
libre. Lo dispongo a costa de renunciar a una rutina más relajada y amena en
Alicante. Renuncio a muchos días de descanso, a muchas horas para dormir y a
tiempo con mi gente. Y lo hago voluntariamente, porque te quiero y quiero pasar
todo el tiempo posible a tu lado. Pero no puedo olvidar que yo hago esa elección,
cómo siempre digo la vida está hecha de
decisiones y es tuya ¿decides?
No te dediqué esa frase porque me parezca útil sino porque
es parte de mi manera de vivir. Procuro decidir siempre, procuro marcarme un
camino a base de mis decisiones porque mientras no decides tienes un abanico de
posibilidades y lo complicado es renunciar a tantas opciones. Pero soy
consecuente y actúo. Decido, tomo un camino y continúo por él hasta que me
vuelva a encontrar otra vez en la tesitura de decidir de nuevo. Y así, pasito a
pasito, voy construyendo mi vida, mi camino.
No me he cansado, no. Pero sí estoy agotada y muy agobiada
con muchos otros aspectos de mi vida. Y realmente no me gusta tener que
incrementar la lista de cosas que decidir o de situaciones con las que lidiar
si puedo compartir esa decisión. Si puede no estar sólo en mi mano una decisión
que además es de ambos.
Además ese agotamiento y agobio al que he llegado repercuten
en mi día a día, cada vez soy más consciente de que la decisión que tomé
respecto a mi futuro pueda ser una calle sin salida y me toque desandar parte
del camino andado y buscar otro camino. Y eso me desespera, me frustra y no
puedo evitar que influya y convierta en más difícil aspectos que en situación normal
yo decidiría en un segundo.
No te pido, o no suelo pedirte. Me enorgullezco de ser
bastante autosuficiente y de ser capaz de tomar las decisiones por mi misma, de
no necesitar nada más que la ayuda que cualquier otra persona necesitaría en mi
situación. Pero he llegado a un punto en que necesito que me ayudes a decidir. O
al menos decidas tú por una vez cómo quieres que transcurran las cosas.
Recuerda, no es justicia o no. Es compartir.
No voy a dejar de proponer porque quiero que sigas disponiendo.