lunes, 10 de diciembre de 2012

Problemas

Tengo la mala costumbre de meterme en líos.

Los veo venir muy a lo lejos. Y aún así, a sabiendas que darme de bruces será lo menos que me suceda, hago todo lo posible por convertirlo en mi mayor problema.

No sé vivir una vida fácil. Mi personalidad me lo impide. Mi experiencia vital debería ser suficiente para que una   ínfima parte de mi sepa lo que está por venir. Que las cosas se van a complicar hasta límites insospechados. Pero aún así, de cualquier modo no evito las preocupaciones derivadas de un vida caótica.

Siempre veo el lado bueno... hasta del diablo.

Creo que realmente lo que me sucede es que me encanta echarle sal a la vida. Pero no sal de la que aliña. No. SAL de la que pica, de la que te deja las heridas aún más doloridas. De aquella SAL que sería mejor llamarla ácido porque corroe y destruye mi existencia.

Y me siento boba e idiota. Boba porque siempre dejo que me timen. Intrínseco al hecho de que confío en el buen hacer de la gente. E idiota porque debería haber aprendido ya de una maldita vez de todas las veces que me ha tocado levantarme.

¿Algún día cambiaré?

Estos últimos 15 meses he sido de otra pasta. Pero ahora, por causas BUSCADAS por mi persona he vuelto a ser la misma de siempre. La que sabe que se complica la vida y a la que aunque le importa que su existencia se complique constantemente no hace nada por evitarlo.

Intuyo que quiero tener infinidad de experiencias en mi vida. Pero debería querer tenerlas buenas y que no me importe sí lo son o sí no lo son.

Y no es justo!!

Quien repartió las personalidades a mi me dio una de las complicadas. Temperamento. Paciencia para lo que no se merece e impaciencia para quien merecería toda mi comprensión. Bondad hasta el infinito. Autoestima mal equilibrada. Locura e insensatez para el amor. Demasiada sinceridad y honestidad. Otorgadora de infinitas oportunidades. Creyente de que las cosas siempre pueden ir a mejor. Negativa. Tremendista. Fatalista. Exceso de nobleza. Responsabilidad decreciente con los años. Ansiedad. Poca confianza en mis posibilidades. Creencia en que nadie puede vivir sin mi...

Y me auto-recrimino no ser capaz de serenarme. Sentarme a valorar las posibilidades y actuar conforme a siempre lo he hecho. Cada vez me da más miedo actuar. Cada segundo de vida que pasa pierdo un poco más las ganas de saber que me está esperando. Y todo es fruto del maldito desamor.

Maldita sea caer en esa piedra.

Y por si fuera poco reincido. Elijo un maldito nombre por vez segunda. Sólo para jugar. Y me sale mal. Y maldigo mi poca eficacia en elegir. Mis errores. Mi continua falta de picardía y visión del futuro.

Quiero creer que 6 meses lejos de casa es lo que me sucede. Que la presión porque en menos de 2 meses me juego mi futuro y no las tengo todas conmigo, y aún a sabiendas de eso estoy relajada. Quiero pensar que la vida me tiene esperando un gran porvenir, donde mi yo estará equilibrado con el presente. Dónde mi equilibrio significará que está bien tatuado y no que fue una locura.

Quiero sentir que de verdad mi feminidad, mi equilibrio, mi infinito y mi 1027 sirven de algo. Más que cómo recuerdos como puntos de apoyo.

Sólo sé que no sé nada. Perdida en confusiones, actos, errores, aciertos, fallos, decisiones, vivencias... Perdida. Tan simple como esa.

Y nunca olvidando que el tiempo es un incompetente compañero de viaje.

Infinito Siempre