martes, 16 de julio de 2013

Nuestra actitud


He llegado a una conclusión, es un mecanismo de defensa. Sí, tal y cómo suena parece ridículo. Pero nada más lejos de lo que realmente es.

Eres una paradoja en mi vida. Estás muy presente y al mismo tiempo estás ausente. Formas parte de mi día a día pero nos separan 1000km. Me pones infinitamente nerviosa pero al mismo tiempo eres un bálsamo para mis nervios. Tenemos vidas totalmente independientes pero cuando pasamos nuestro tiempo juntos estamos presentes en cada instante.

Por ello siento que nuestra actitud frente a la vida que compartimos es un mecanismo de defensa, es una coraza que nos hemos puesto para sobrellevar la situación que el Destino nos ha proporcionado.

No hablamos en días, no hablamos de nosotros, no planeamos el futuro, no hablamos del pasado, no vivimos convencionalmente, no damos explicaciones al mundo... 

Nos limitamos al presente. 

Me encantaría que nuestra actitud no fuera un mecanismo de defensa pero tengo mucho miedo; te estás mostrando para conmigo y nosotros de un modo que me está impactando. Estás dejando atrás las barreras y te estás adentrando en la aventura de nuestra relación. Y siento que tienes menos miedo que yo.

Estoy aterrorizada. Siento un amor que no esperaba. Corro el peligro de enamorarme de ti.

Estoy aterrada porque vuelvas a afirmar que estoy enamorada de ti o que tengo mariposas en el estómago. Estoy aterrada porque ya sufro y esto va en aumento. Estoy aterrada por si te marchas. Estoy aterrada porque aunque yo siento que vamos a la par puedo equivocarme totalmente y que estés a años-luz de mi.

¡¡¡Me has obligado a que me plantee infinidad de sentimientos y deseos!!!
Con tus preguntas, con tus planes, con tu interés, con tus afirmaciones, con tu actitud, con tu cariño, con tus hechos, con tus palabras

…y lo que siento no hace más que afirmar mis miedos. Tan valiente yo que te instaba a salir de tus murallas y a vivir sin miedos… otra paradoja. 

Tengo ese miedo irracional al amor típico del momento en el cuál eres plenamente consciente de que te ha atrapado, te ha invadido cada célula de tu cuerpo y exudas ese amor por cada poro. Ese sentimiento propio de la sensación de que hay una parte de ti que ya nunca jamás será tuya, se la has ofrecido a otro ser humano, y tengo miedo de que no cuiden ni respeten esa parte de mi alma y de mi corazón que será suya para siempre.

Intento serenarme. Respiro hondo para calmarme. Lo único que busco es paz, tranquilidad. 

Intento diluir mis miedos con el recuerdo del placer de tu compañía, del sonido de tu voz, de tu seductor olor, de tu mirada penetrante, de tus manos suaves, del contorno de tus labios... 

Y todas esas sensaciones me relajan. Me sitúan de nuevo en el punto en el cual nos encontramos, dando pasos firmes adelante sin prisa pero sin pausa. 

Y gozo. Me alegro. Disfruto.