Negar lo evidente.
Siempre vale más la intensidad que la duración. Viene a ser
lo mismo que lo que importa no es la cantidad sino la calidad. Y todo ello
implica a mi gran e inútil amigo, a ese incompetente compañero de viaje que es
el tiempo.
María, no niegues lo evidente. Asume que resolver es siempre triunfar. Por ello asumir lo que sientes y lo que te genera la situación actual que vives es un triunfo, nunca una derrota.
No es perfecto, ni para todas las situaciones ni para todos los momentos. Pero me da todo lo que puede darme, y no le pido cosas que serían imposibles.
Es intenso y mientras va aumentando su duración; es de alta calidad y del mismo modo anterior va aumentando la cantidad.
Siempre vuelvo al tiempo de calidad. Para auto-explicarme y por la sencilla razón de que cada momento que comparto es intenso y de calidad.
Dejaré de negar lo evidente. Y haré caso a mis reflexiones en voz alta, entre risas y abrazos, entre besos en su cama. A esas reflexiones mirando al frente, sintiéndome observada y sin temblar la voz.
Es tiempo de calidad. No voy a renunciar a ello. Aunque cueste, aunque duela, aunque ansíe estar más allí que aquí.
No tengo prisa, tengo toda la vida por delante. Todo el tiempo del mundo a mis pies.
Seguiré buscándote mientras te dejes seguir encontrando. Es la versión alternativa a nuestro yo propongo, tú dispones.