Existe un momento en el cuál el tiempo y la razón se paralizan. Y la vida comienza.
Se llama conexión.
Pocas cosas tengo claras en esta vida, pero que yo misma soy con lo que tendré que convivir el resto de mi vida es una de ellas. No creo que se trate de acostumbrarse a uno mismo, a la situación o de adaptarse al mundo que te rodea. Se trata de estar en paz con la forma de ser de uno mismo. Realmente estoy en paz con mi forma de ser. Tomo mi vida con ganas de disfrutarla, viviéndola intensamente, a fondo. Porque es mía.
Por ello mismo tengo claro que no quiero que creas que no estoy luchando. Yo lucho por mi misma, por todo aquello que me llena el alma. Y espero tener la virtud de saber esperar, porque todo lo que tiene que ser, será. Tú no eres mi lucha.
Empezamos la vida solos y la abandonamos solos. Entremedias del inicio y del fin ocurre la vida en sí misma, la cual hemos de vivir en compañía; eligiendo el amor, eligiendo la vida.
Teníamos conexión. Tengo claro que no éramos nada, pero éramos felices. [Emplear el presente no sé sí se me está permitido, bueno es mi espacio! Haré lo que quiera!! TENEMOS CONEXIÓN. NO SOMOS NADA, PERO SOMOS FELICES]. No eras lo que buscaba, porque no buscaba absolutamente nada y terminaste gustándome más de lo que esperaba. No te extraño, nos extraño.
Preocupación es mi status actual. La parte más difícil de la distancia es que no sabes si te están extrañando o te están olvidando. Porque las cosas no solamente pueden decirse con palabras. A veces, callar, es la manera de decir mucho. No todo se resuelve hablando; existe algo que se llama tiempo y distancia.
Soy consciente de que el tiempo diluye las cosas importantes de la vida. Por ello seguiré teniendo la esperanza de que la respuesta que buscas no confirme mis temores; seguiré teniendo la esperanza de que la solución te de una nueva perspectiva. Tengo la esperanza de que el miedo no te obligue a renunciar a luchar por una vida feliz.
Tengo esperanza en nuestra conexión.
SIno, ya sabes, no tengo miedo al cajón para uno.