Marcho.
Nunca me había sentido tan apenada de dejar un lugar. Nunca había sentido tanta repulsa hacia tantos kilómetros. Nunca había deseado tanto no vivir con mi familia.
Sí sigo creyendo que mi destino está en Oviedo, volveré.
No es un adiós. No es un hasta luego. No es un punto y final. No es un punto y aparte.
Es un kit kat. Es un paréntesis.
Oviedo ahora es mi sitio. Es mi hogar. Es dónde reside mi corazón.
Y no puedo dejar a mi alma tanto tiempo sola.