lunes, 19 de noviembre de 2012

Aún


Aún recuerdo la mitad de un te quiero que te regalé, como antesala de los infinitos amores que te dí. 

Aún recuerdo ponerme guapa para ti, subir las escaleras y decir un buenos días que llevaba implícito un secreto. Nuestro secreto, que nadie conocía.

Aún recuerdo el primer beso que te robé, la primera vez que hicimos el amor y aún no lo sabíamos, nuestros primeros te quieros que a tí Iván te arrancaron una sonrisa y a mi dos huidas por partida doble. 

Aún recuerdo cuando era tu niña pequeña, a la que cuidabas y protegías.

Aún recuerdo las horas que pasé detrás de una barra, esperando. Orgullosa por poder compartir mi tiempo con la maravilla en persona. Aún recuerdo como en ocasiones me alcoholizabas un poco más de la cuenta mientras me lanzabas miradas mitad lascivas mitad enamoradizas.

Aún recuerdo cuando me enseñaste tu música, y más tarde tu voz. Aún recuerdo la vergüenza y que te dijera que no me gustaba como cantabas. Idiota de mi. Aunque luego te dije que sí ya nunca jamás me creíste. Idiota de mi.

Aún recuerdo cada instante de mi vida a tu lado y por ello lloro. Porque no logro entender como cuando no teníamos nada el amor nos alimentaba y cuando lo tuviste todo el amor te envenenaba.

Aún recuerdo…

La primera vez que oí que tu familia se olvidaba de ti. Y decidían no venir a verte porque no trabajabas de camarero.

La primera vez que te hicieron una litotricia y perdiste el sueldo de la semana. Y nadie te lo repuso.

La primera vez que empezó el préstamo. Lo que me hace sentir utilizada, como bien he dicho. Mientras no tenías yo valía, cuando tuviste no valía ni un duro.

La primera vez que me dijiste que no tenías hueco en tu casa de Albacete, ni en casa de Sergio. Tu madre te prometió 250 euros para que no molestaras en verano… ni después y a ti te dio una depresión. Que mi madre intentó ayudarte a curar. Y que nunca ha curado.

Los miedos terribles que te alejaron de mi, la muerte de tu padre y cómo me excluiste de tu lucha por sobrevivir.

Todo lo que he pagado. Porque te miraba y para no sentirme más dolida pagaba. Es dolorosísimo que tu amor no tenga para comer. Y hayas pagado un año de comidas en la universidad. Que no tenga ni para sartenes, ni para limpieza, ni para nada. Y tu lo acumules a la cuenta o seas idiota y lo pagues sin más. Y con las extras, becas y demás vaya tapando los agujeros.

Lo ridícula que me siento al sentir sólo que mi dinero y el sexo era lo que te movía por mi. Que limpiara, cocinara y tuvieras la ropa lista. Nada más. No te movía nada más por mi que el mero interés.

Lo estúpida que soy por no haberme defendido más y haber peleado con uñas hasta haberte hecho sangrar en el corazón. En esa minúscula parte que debí ocupar. Tenía que haberte lastimado más y que hubieras perdido tú al amor de tu vida. Porque aunque yo sienta que lo has perdido, que nadie nunca jamás será tan pura y honesta contigo… siento que la que ha perdido al amor de su vida soy solamente yo.


Que a ti Iván ahora con encontrar una tía que curre, conduzca y le haga gracias a tu familia te vale. Porque nunca te ha valido que te haya amado, que te haya respetado, que te haya considerado mi única familia por la que me he desvivido hasta morir. Porque nunca te han valido mis atenciones, mi cuidado, mi amor y cariño. Porque al final era una máquina de limpiar, pagar y follar. Ni un mísero detalle. Sólo broncas. Y yo siempre con detalles.

Y tengo 25 años y ya me siento una vieja. Porque he vivido todas las emociones del mundo a tu lado. El principio y el fin. He vivido pérdidas, enfermedades, dolores, convalecencias, alegrías infinitas, nacimientos… he compartido contigo mi vida hasta la extenuación. Hasta que me ha faltado el aliento. Intentando que mi amor no te desbordara aunque pocas veces lo conseguía. 

... ya no sé nada. Aniquilación. Destrucción. Frustración. 

Desasosiego.