viernes, 29 de noviembre de 2013

Escribir

Al principio me preocupaba llevar algo de tiempo sin escribir cada día. Ahora ya no me importa, sé que no escribo porque no puedo canalizar hacia un papel todos los sentimientos que actualmente forman mi ser; muchos de ellos estoy descubriendo y analizándolos porque son nuevos en mi vida.

Hasta que te conocí creía que lo sabía todo en el amor. Que mis experiencias vitales me habían llevado de una felicidad enorme al dolor más atroz. Creía haber abarcado en su total amplitud el sentimiento del amor. Y no esperaba para nada que la vida, otra persona o incluso yo misma pudieran sorprenderme tanto. 

Ir a por ti fue el primer sentimiento que me alarmó, nunca pensé que esa sensación de querer luchar por alguien a quien apenas conocía pudiera apoderarse de mi. Cuando estoy involucrada lucho hasta morir, cada día y en cada instante; pero cuando te apartaste de mi lado creí que mi cuerpo me respondería del modo en el cual fui auto-educada. Dejar ir. Ni por asomo fue así. Ese sentimiento jamás hizo acto de presencia, ni por mi mente ni por mi corazón. Es una opción que simplemente no contemplé. Y como bien te dije no me iba a dar por vencida, hubiese ido a por nosotros hasta que hubieses estado preparado, hasta que te hubieses arriesgado a ser más feliz y a ser feliz conmigo. Tenía que demostrarte y hacer que creyeras en ese sentimiento tan cierto y hermoso que me dijiste el otro día: "el amor no significa sufrimiento".

Cada segundo que paso a tu lado es un nuevo descubrimiento. He descubierto capacidades que nunca pensé que tendría, que siempre soñé. Vivo mi vida de un modo más independiente (en ese aprendizaje me conociste) y de un modo menos dependiente en el amor. Siempre he vivido el amor con libertad, pero nunca con independencia. Y ahora soy feliz. Feliz de verdad.

He dado gracias y nunca me cansaré de darlas. Bien es cierto que nunca hubiese elegido sufrir, tener que recomponerme y buscar mi yo. Es un proceso duro, complicado y doloroso. En el cual estaba inmersa al conocerte. Y en el que sigo aún; ya sin dolor ni dureza... ahora sólo es complicado aunque maravilloso. No sufro ni tengo que recomponerme más. Estoy en esa etapa, que creo que durará hasta la eternidad, de llegar al límite de mi misma. Y a tu lado asterisco es algo que sucede en cada instante. Amplio aún más mis cualidades e intento limitar mis defectos. Me has aceptado, me quieres tal y como soy. Y ello me da fuerzas para mantener y mejorar lo bueno que hay en mi, para aprender a olvidar y evitar sensaciones que me impiden ser todo lo sana que siento que puedo ser.

No me arrepiento, por tanto, de ninguna de mis decisiones. Todas ellas, fuesen acertadas o no, correctas, incorrectas, me hicieran feliz o me causaran un gran dolor... me han llevado a este punto de mi vida. En el cual, mi vida y mis circunstancias son fantásticas. Cambiaría cosas, claro que sí, pero son cosas que el tiempo y nuestro esfuerzo van a cambiar. Por ello siento que seguir haciendo las cosas del mismo modo que hasta ahora será de sobra.

Contigo me esfuerzo mucho más que nunca, por hacer las cosas bien y de tal modo que a ambos nos hagan felices. Contigo no finjo ni me escondo en convencionalismos porque contigo soy clara y natural. Contigo ser feliz es fácil, cada esfuerzo tiene una recompensa que me sobrepasa. Contigo vivir es un placer, sólo generamos tiempo de calidad. Contigo puedo vivir sintiendo que los pilares de mi vida están intactos, que puedo quererte, amarte, desearte... con libertad, felicidad, alegría, ilusión, ganas de vivir, sueños, ideales... porque eres tú.

No me importa no volver a escribir nunca si es porque estos sentimientos son los que me invaden y me tienen atrapada. No me importa porque ya no escribo lo que quiero sentir sino que siento lo que quiero y luego soy capaz de escribirlo. No me importa pues ahora vivo la historia que siempre quise escribir. No me importa porque me he convertido en la protagonista de mi propia vida, de nuestra vida. No me importa no volver a escribir si cada día puedo seguir improvisando el guión de la vida que amo.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Necesidades

Sé que esto no es lo que esperas leer, ni mucho menos es lo que esperas encontrarte en la carta de los miércoles. Pero tras la conversación de ayer (domingo) me he levantado pensando en que fue un gravísimo error que no sé como voy a subsanarlo.

Lo primero que sé y no me voy a cansar de repetirme es que el medio más adecuado nunca será un chat. Jamás. Por mucho que nos leamos con la voz e intentando empatizar con las palabras del otro… cuando estamos susceptibles, cuando estamos cansados, cuando estamos agotados, cuando estamos tristes y echamos en falta… cualquier sentimiento que no sea máxima felicidad y alegría nos puede llevar a un equívoco.

Y ayer yo no estaba del todo bien. He tenido un puente muy duro. Y una de las cosas que hizo que mi puente fuera así fue la sensación de olvido, de desconexión de nuestra realidad por tu parte. Cada día te necesito más y más. Y han sido unos días en los cuales no lograba entender porqué no había un momento destinado a nosotros ahí. Cosa que siempre sé, siempre sé que si la vida me regala una conversación contigo antes del domingo a la noche tengo que no sorprenderme tanto y saber que la vida nos da una tregua por un instante. Pero si le añadimos un día más, se hace más complejo y más pesado.

Tengo, como todo el mundo (no soy más ni menos especial que nadie), problemas que ocupan mi tiempo y que no comparto contigo. En gran parte mi protección es fruto de mi manera de ser, que me hace sentir que si te cuento esas cosas mi fortaleza se va a ir a la mierda y pasaré a ser débil y vulnerable. Y si algún día nosotros no estamos juntos o si algún día quieres hacerme daño o quieres un motivo para marchar… tienes un arma que a mí me va a destrozar.

Confío en ti. Tan ciegamente que lucho cada día por no sentir que si me abro no voy a sentir nunca, pase lo que pase, una decepción; que vas a ayudarme, no a llevar mi carga pero si a poder sopesarla y enfrentarla sin miedo. Pero es una de mis luchas diarias, y tan sólo he podido decirte lo que me pasa y eso sólo ha hecho que empeorar las cosas. Por tanto, sí decirte que tengo miedo, que me protejo y que no te cuento todas las cosas... sólo hace que dolerte… aún me voy a recluir más en mi misma. Por ello desde aquí te pido que sólo me respetes, no te pido que me comprendas. Sólo que respetes y que tengas paciencia con que yo vaya demasiado poco a poco.

Raúl, contigo ha sido, es y será una relación tan maravillosa que no quepo en mi de gozo. Eres perfecto para mí. Contigo he podido, puedo y podré, disfrutar de una relación sana, libre, independiente, llena de amor, orgullo, honestidad y dedicación.

Pero te he echado muchísimo de menos este fin de semana. Hay días en los que te necesito y no estás. Y eso me duele. (Cómo habrá días en los que me necesites y yo tampoco esté). Porque aunque sea independiente y haya aprendido a no ser dependiente emocional de mi pareja y que mi felicidad depende fundamentalmente de mi misma… te sigo necesitando. Cada vez más. Diciendo de verdad, de corazón y con convencimiento que conozco, respeto y acepto tu manera de ser y de funcionar, y me he enamorado también de ella, y es algo que para mi es vital. Hay días que me sorprende y no me termino de acostumbrar.

Me repito, el amor es algo que hay que cuidar cada día. Es una lucha diaria. Y SE QUE DEBO INTERIORIZAR que porque un día sea un mal día o las cosas no transcurran del modo que espero y/o necesito ese día en concreto ... ni nuestra relación se va a deterioriar, ni el amor va a ser menor, ni las cosas van a cambiar. Pero debo seguir luchando cada día por darte mi mejor yo, mi mejor amor, mi mejor María… pero también por asumir de verdad que un día de mierda no va a hacer una epoca de mierda.

Te quiero. Con todas y cada una de las emociones que el amor lleva de serie. Con todos y cada uno de los riesgos que sé que corro al tenerte en mi corazón. Con lo bueno y más aún con lo malo. Te quiero y sé el porqué.

Mi niño, eres esa persona que la vida me ha traído para que reafirme que aunque mi camino sea sólo mío necesito compartirlo con alguien. Y ese alguien ha de verme, tras todo mi embrollo de pensamientos y sentimientos. No el primer día, pero sí poco a poco y sin tener miedo de mi intensidad y mi cabecita pensante.

Nunca podré darle todas las gracias que se merece la vida por haberte puesto en mi camino. Eres excepcional. Eres una de esas personas que de verdad merece la pena conocer porque tienes una visión del mundo y te enfrentas a él de tal modo que sólo causas admiración. Enriqueces mi vida, la llenas de nuevos sentimientos que no sabía que existían, haces que desarrolle capacidades frente a la vida y métodos de lucha. Contigo soy feliz. Feliz de verdad.

A tu lado sé que mi manera de ser llena de optimismo y positividad, por fin tienen una recompensa y alguien a quien le vale. Como me dijiste ayer, soy tu cargador. Ser tu recarga de energía, de emociones, sentimientos y sensaciones. Me hace sentir que mi existencia merece la pena. Que he encontrado y la vida ha dispuesto en mi camino a ese alguien que hace que nos retroalimentemos positivamente. Yo tengo ilusión, ganas de vivir y alegría, te cargo a ti de esos sentimientos, me lo dices, aún tengo más ilusión, ganas de vivir y alegría… es lo más bonito y precioso que podrías decirme mi vida.

Porque me siento así. Tu me llevas a otro mundo. Lejos del que vivimos.

Me conozco y sé que puedo darte una existencia feliz y llena de amor. Mientras nos queramos seguiremos respetándonos y luchando cada día por llevar esa vida que queremos. Cuidando y alimentando ese amor que nos permite vivir a nuestro modo.

Y no existe ningún pero.

Te quiero así. Tal y como eres. No quiero que cambies ni un ápice tu interior ni tu exterior. Me gusta como piensas y sientes; y más me gusta como lo exteriorizas y juegas con ello. Tan sólo te pido que hagas un pequeño esfuerzo por recordar algo que sabes, te veo a tí, ni te sobrevaloro ni te subestimo.


Oviedo ha cambiado mi vida. Tú has cambiado mi vida. Y eso no lo olvido. No necesito recordármelo porque siempre está presente. Mi hogar está dónde esté mi corazón, y es allí contigo.