Me encanta la relación que tenemos. Libre y Natural. Sin convencionalismos, dejándonos llevar por lo que realmente nos apetece hacer. Para mi lo más importante es la comodidad. A tu lado me siento infinitamente cómoda.
Lo hablamos.
Quedé muy satisfecha de habernos entendido. Me hizo muy feliz aclarar lo que
sentiste y sentí respecto a mi marcha. Y ahora sigo igual de contenta de saber
y sentir que todo sigue igual, que el deseo de seguir adelante con naturalidad
y sin presión está ahí. Pero no quiero que me metas en ningún saco. Eres
mi asterisco particular, mi yo propongo tú dispones; una relación distinta que
no necesito definir ni anclar a unos convencionalismos.
Quiero que
hablemos de la vida sin más.
Sé que te
asustas, sé que tienes miedo a sentir y si piensas que eres sólo tú, estás lejos
de la realidad. A mi me asusta, me da miedo. Pero me parece una manera de gozar
de mí y de ti maravillosa. Y eso hace que el miedo se calme.
Me proporcionas
un tiempo de calidad. Te lo dije. Y escasea muchísimo. No imaginé que fueras a
ser como eres, que pudiésemos hablar con franqueza y honestidad de todos los
temas, que pudiéramos desahogarnos y reírnos, que pudiese resultarme tan
gratificante el reto que supone cada día que te veo el no saber que va a
suceder realmente, que ibas a ser un placer a saborear y paladear hasta embotar
los sentidos y quedar saciada.
No hablo del amor
y de esas cosas. No. Hablo tan sólo de la vida.
Apareciste cuando
no te buscaba. Sin yo quererlo me ofreciste un disfrute, con independencia pero
sintonía entre ambos. Y no soy tan idiota como pese a tener miedo no
aprovecharlo.
Poco sé de la
vida pero lo que sí sé es que cuando aparece alguien que me proporciona ese
placer, ese tiempo de calidad, ese sexo orgásmico y desinhibido, esa confianza
de sentirme en casa que me da tu bar, esas miradas como respuestas a mis
provocaciones... No puedo hacer como si no existieran. No.
Aunque parezca
complicado, loco y desaconsejable. Es
simple, loco y aconsejable. Dejo el loco porque sino no sería fiel a lo que
me produces, locura. Que sorprendentemente compensa la mía propia.
Simple
porque no hay barreras. Es libre. Y cuando existe toda la libertad las cosas se
hacen de un modo mejor, aciertas con frecuencia. No existen limites
establecidos y es tu propio yo el que los marca. No una etiqueta ni un ambiente
social, ni nada.
Y es aconsejable porque es simple y loco. Eres un momento de
mi vida que sólo siento. Se para el contador de la rutina, y sólo existe el del desorden. Donde las apetencias y deseos mandan. Donde dormir (aunque mis poses
sean de nadadora sincronizada) hasta las 16h o despertarte a besos o hablar sin fin o pasar 5
horas tras la barra esperándote es lo único que importa. Porque merecemos
tiempo para nosotros. Ya pasas/pasamos demasiado tiempo cumpliendo con el mundo
y poco con nosotros mismos. Un poco de disfrute alegra la existencia.
Soy vida, alegría
e ilusión. Estoy cargadiiiiiiiita de ganas. Y eres lo mismo. Por eso
equilibramos. Ninguno compensa al otro.
Sí, tienes
ilusión. Aunque a veces me hayas dicho que ser realista te hace perderla.
Negativo. Escucharte hablar de lo que deseas desarrollar con el bar es oír
hablar de sueños y deseos. Y los sueños y deseos son lo que son porque la
ilusión los mantiene ahí, siempre presentes.
Y serán realidad.
Muchos ya son realidad.
Igual que siento
que me ves tal y como soy, sin sobrevalorarme ni subestimarme. Yo te veo igual.
Aunque quizá creo que te falta creerte tu propia genialidad. Suena prepotente
pero no me fijo en gente insulsa y banal. Tengo mucho que dar y una cabeza
hueca o un mal corazón no entran en mis apetencias. Los caracteres, las
personalidades y la vida las acepto. Acepto a todo el mundo como es. Al margen
de la categoría que luego ocupen en mi vida. Pero la categoría de especial e
importante requiere que sienta que el tiempo es insuficiente. Y al igual que
mis amigos son mis amigos por eso, tu eres asterisco por lo mismo.
No estoy allí. No
puedo proponer del modo en el cual lo hacia antes. Pero ahora sigo proponiendo
de otra manera. Solo quiero que sigas disponiendo. Me gusta esa tónica. Y más
me gusta cuando se invierten los papeles y me sorprendes. Con un beso, con un
abrazo, con un mensaje, con una llamada... Y sobretodo me sorprendiste cuando me
escuchaste, me entendiste y te conseguí transmitir lo que quiero de esta situación.
Y más aún cuando no pensaba ni tan siquiera que intentar fuera un posible.
Me sorprendiste tantísimo.
No se trata de convencerte sobre lo que valgo, lo que te puedo ofrecer ni nada
de eso. No tengo que convencerte que soy estupenda, que no exijo ni agobio, que
tengo paciencia o que me gusta nuestra situación porque yo tampoco podría/ni
quiero soportar otra cosa. Yo no debo convencerte, ese no es mi papel. No puedo
convencerte de que soy una buena inversión. Yo sólo puedo ser yo. Sin planes, intenciones,
estrategias ni tácticas. Lo que tu sientas que te aporto o soy o tengo... está
en ti.
Aunque jajajajaja
una vez me dijiste que me vendía muy bien. Eso para mi significó que ves lo que
hay y yo aporto un poco más. Y mi actitud y seguridad te convencieron. Que me compres o no... Es tu tema. Y venderme
no es malo, no todo el mundo ve lo que hay, cuándo me interesas… te ayudo... A
verme tras ese enredo de comportamiento, pensamiento y sentimiento que hay.
Despierto curiosidad, para bien o para mal. Y es mi naturalidad (que siento que
es lo que marca mi ser: honesta, pura, directa, desinteresada) la que me hace
encajar en cualquier sitio, con toda clase de personas. Y mi paciencia, el
hecho de que cuando algo me interesa no existe un vaso que llenar. Ni un tope
que hace que salte.
Confío en mis
elecciones.