Y todo reside en una máxima, bien sencilla; y es que te prometí un día,
siempre estar ahí, para lo bueno y lo malo, aunque ahora (y puede que por
siempre jamás) no me hables... esa promesa siempre quedará guardada.
Jamás rompo una promesa. Una fracción de mi alma se ha ido a la Caja de
Pandora, a mi caja de ilusiones, contigo.